sábado, 10 de diciembre de 2016


Prefacio

Le diré que creí que era mi dueño.
Y que está enfermo.
Le diré que lo amé como sólo se aman a los dioses.
Y que nunca más pude entregarme.
Le diré que me hizo la vida imposible.
Que me creí su mentira y la asumí como propia.
Y que quise morirme.
Le diré que aun así lo seguiré queriendo siempre.
Y que no quiero volver a verlo.
Que todavía creo en el amor.
Y que ojalá no me hubiera querido tanto.
Y le preguntaré:
¿Por qué nunca me perdonaste?


I

(A veces hacías el amor pero no sentías nada).

Amor ya nunca Amor.
Nada nunca Nada.

Un grito hacia adentro.
La herida que no deja rastro.

‘No puedo respirar’.
(Por eso siempre muero).

Mamá nunca Mamá.
Que el llanto no regrese nunca.

Mamá 
Mi vientre niebla.



II

Anatomía del olvido
                                                                               
                Una mujer, Cassandra… (Pues si pudiese elegir, seguiría siendo mujer, y no por razones de ideología feminista  -aunque también podría ser-, sino más bien por razones de índole moral, pues no quiero ni imaginar qué sienten los hombres, la magnitud de su deseo, etc., para llegar a cometer tales atrocidades, no es necesario dar ejemplos, creo), experimenta en contra de su propia voluntad un fuerte sentimiento de culpa cada vez que logra algún propósito (por más nimio que este sea) y, como consecuencia de ello, se abstrae Caer rendida. Ser ruina. Ser ruina. Ruina. Ruina. Ruina. Flotar entre la pólvora, ser invisible, transparente, y al mismo tiempo inconmensurable, viva, cuerpo, vísceras, vía de escape  y se disocia  hasta olvidarlo todo, como si se tratase de un sueño.

Cassandra… Estamos en el barrio chino. Son las diez de la noche. Me imagino a mí misma como la protagonista de un film de la nouvelle vague. Vengo  aquí porque puedo ser anónima, está permitido. Hay una música, una música silente y constante, por debajo de nosotros, de nuestras miradas, de nuestros anhelos y esperanzas, de nuestras memorias. Esto implica que una puede socializar, o si lo prefiere (como suele ser mi caso), mantenerse al margen. Cassandra… Aquí casi nadie me necesita, ni yo necesito a nadie. Escribo, la gente entra y sale, son sólo formas borrosas. Caer rendida. Ser ruina. Ser ruina. Ruina. Ruina. Ruina. Flotar entre la pólvora, ser invisible, transparente, y al mismo tiempo inconmensurable, viva, cuerpo, vísceras, vía de escape Da la impresión que se asombran al ver a una mujer vestida de sábado noche, sola, escribiendo compulsivamente. Cassandra… No importa lo que escribamos, cuáles sean nuestras justificaciones teóricas, morales o estéticas, al final, cuando realmente escribimos, escribimos lo que nunca quisimos escribir. Pero eso una lo ignora. ¿Entienden? Es decir, una escribe y, acto seguido, sentencia una línea narrativo-ideológica-inconsciente que años después deviene real. Cassandra… Siento la necesidad de escapar constantemente de algo que desconozco por completo. Cualquier tipo de compromiso me produce vértigo. Quiero irme.

En este lugar conoceré a alguien, Cassandra… Yo estaré escribiendo y alguien me interrumpirá, Caer rendida. Ser ruina. Ser ruina. Ruina. Ruina. Ruina. Flotar entre la pólvora, ser invisible, transparente, y al mismo tiempo inconmensurable, viva, cuerpo, vísceras, vía de escape. un hombre que tiempo atrás habré conocido en algún lugar  y al cuál deseo quizás, según cómo me encuentre esta noche. Lo confieso,  a veces necesito ser cosificada, a veces es agotador ser, existir, devenir.

Cassandra… Quiero decir que a veces dejar de existir, no ser nadie, es un placer inconmensurable. Hay una música, una música silente y constante, por debajo de nosotros, de nuestras miradas, de nuestros anhelos y esperanzas, de nuestras memorias. Ahora bien, quede claro que esto no es una apología al olvido. Más bien... Una  anatomía del olvido. Pero esto lo dejamos para más adelante. ¿Os parece?

Pues bien, podríamos resumirlo en que hoy acabaré saliendo después de... ¿Un año? Porque al despertarme he vuelto a sentir mi cuerpo. Cassandra…  No he llegado a las membranas todavía, escamas, piel muerta, escamas piel muerta, escamas piel muerta... En este mismo instante una pelea de perros, la gente mira embelesada el acontecimiento mientras yo pienso  son las energías, aunque no soy nada mística, me lo prohibieron en casa ¡no estoy ni bautizada! Pero ese es otro maldito tema. Joder. Siempre he captado las energías al instante. Y es una  jodienda. Aquí la gente no piensa, o lo disimula. Todo es más fácil. Soy un espectro. No existo. Qué alivio. Por fin tengo cuerpo. Casi puedo empezar a sentir mi sexo. Pero no. No todavía. Y la cuestión es que amo. Es mi mecanismo de abstracción física favorito (el mental es la escritura, por supuesto). El baile es un paraíso. Un oasis del olvido. Cassandra…  Un agujero negro a veces. La supervivencia otras. En fin, me imagino en un futuro inmediato abrazando a un hombre desconocido del cual no querré saber absolutamente nada por: demasiado guapo, demasiado sabio, demasiado joven, demasiado altivo, demasiado formal, demasiado alternativo, etc., sólo para volver a sentir mi cuerpo. A mí lado una prostituta cuenta lo agotada que esta de trabajar mientras yo escribo y escucho sin escuchar y...

Voy a ser breve. Ella se encuentra escribiendo compulsivamente e imaginando que alguien la interpela -de lo cual huye constantemente- sólo porque necesita recuperar la sensación de ser vivo, corporeizado. Baila. Sigue un patrón rítmico. Se abstrae y olvida. Cassandra… Multipliquémoslo por 5, 6...o cuánto uno prefiera. Hay una música, una música silente y constante, por debajo de nosotros, de nuestras miradas, de nuestros anhelos y esperanzas, de nuestras memorias.

Sea como sea acabaremos obteniendo una fórmula explosiva, entre la pólvora, vía de escape = OLVIDO.











III

Diana del vientre.
Brújula del instante.
Canto durmiente que acalla a los hombres
Y declama la ausencia de los dioses.
El paisaje expira.
Sólo queda una melodía.
La nana triste.
Herida en la sangre.

(Pasajes vulgares y sublimes del vacío de un ser vivo).

Lanza de olvidos.
El presente inocuo de nuestros tiempos.
Y un linaje desierto.




IV

A Sylvia



Despertar después de un sueño en el cual te gritaba,
Creo que tres veces:
¿Quieres acabar con nosotras?
Hasta que tú respondías, cerrando la puerta:
"Quiero morir".
Acto seguido rezagarse entre las sábanas,
Abrazar la almohada hasta ahogarme con la luz del mediodía
Y recordar aquellas mañanas
En las que me despertabas
Con un café caliente en mi taza preferida.
¿Quieres acabar con nosotras?
Un café.
Sylvia Plath esperándome en el sofá junto a otros libros.
Un amigo me cuenta que ella se suicidó poco después de llamar a su marido Ted
Y que su amante le respondiera:
'take it easy'.
¿Y si volvieras a quedarte dormida?
Luego despertarías de nuevo ahogada por los misterios oníricos
Que tiran de ti cada vez más y más
Hacia lo hondo
Como una corriente fría.
¿Quieres acabar con nosotras?
Mejor será salir a la calle,
Interpelar a las cosas,
A la gente,
Y fingir.
Aunque nunca sepas cuánto de real hay en tu vida.
Limpiar la casa,
Tender la ropa,
Confundir el calabacín con el pepino,
Encender un cigarrillo,
Abrir 'La campana de cristal'
Y escribir un poema:

'Take it easy'.














V

IRIS













VII

Iris mensajera de lo inefable:

Dicen que han muerto los cuentos.
¿Es eso cierto?

Iris:
Somos naturaleza muerta. Abismo. Abejas presas por su instinto de supervivencia.

Iris:
¿Existe el silencio?
Cuando era niña pensaba que las palabras eran como laureles.

Iris:
Una corona de laureles sobre tu frente blanca.
No olvides nunca la osadía de ser dueña de una misma.

Iris:
Cuéntale al Oráculo que las sirenas ya no cantan.
Ahora sólo caminan entre el eco y el olvido de sí mismas.

Iris:
Pregúntales a los dioses de mi parte si ha muerto el canto.
Si hay que enterrarlo como se entierran a los pájaros.







VIII

   
Mujer Objeto que cantas a los muertos.

Mujer Objeto que lames las cenizas de sus cuerpos.

Mujer Objeto que a veces despiertas y crees que sino vuelve.

Sino vuelve.

Mujer Objeto: Pero siempre.

Sus ojos (vacío) sobre ti.

Mujer Objeto: Pide un último deseo.

Mujer Objeto: Hagamos un minuto, un año, un siglo de silencio.

Mujer Objeto: Soplemos de una vez todas las velas que quedaron encendidas.

Amén.                                                    

IX


                      Como si un arco nos hubiera encontrado en el mismo jardín, buscarnos es torcer el espacio, es tomar, y tomar, y charlar de gusanos, y  dioses, y atravesar el puente, emborracharnos de códigos y gamas hasta llegar al arco, para no perdernos, en el jardín de los gusanos y los dioses. Allí nos despedimos.

X

Molly Bloom

Molly: Ha llegado la hora.

Bloom: ¿Se acabó?

Molly: El fuego.

Bloom: ¿Quién lo apagó?

Molly: No importa.

Bloom: Me gustan las flores.

Molly: Cuando se secan, me gustan cuando al menos, haberlas arrancado cobra sentido. Dios no hay nada como la naturaleza.

Bloom: Lanzaremos aullidos a la muerte seamos ateas o creyentes.

Molly: Sí entonces somos flores todo el cuerpo de una mujer.

Bloom: Y a veces nos arrancan sin piedad ¿recuerdas?

Molly: Él entendía lo que era una mujer.

Bloom: ¿Él quién?

Molly: Fue la única verdad que dijo.

Bloom: De verdad está hecho el templo de las vanidades.

Molly: Oh, ¡Ese horroroso torrente profundo! oh y…

Bloom: Ha llegado el momento.

Molly: Yo era chica y donde yo era una flor de la montaña sí cuando me puse la rosa en el cabello como hacían las chicas andaluzas o me pondré una colorada sí y cómo me besó bajo la pared morisca…

Bloom: Y dije no.

Molly: Y dije sí.

Bloom: Tú dijiste sí y yo apagué el fuego.

XI

A veces cuando me dejo subyugar por el sueño (lo cual suele ocurrir demasiado a menudo) vuelves a mí. Lo primero que siento es tu respiración en mi espalda. Y lo primero que me digo es que quizás no seas tú. Otras creo que tu amor por mí es como un virus que se expande vertiginosamente por la ciudad y por eso siempre un hombre me espera en alguna parte. Lo cierto es que nunca logro discernir el enigma. Nunca sé si la mano invisible que me acaricia las nalgas y la entrepierna, eres tú, es mi mente, o es él, quien sea que duerme a mi lado. Hay veces que consigo pasar un dia sin hablarle de ti a nadie. A nadie. Y lo más extraordinario: sin pensar en ti. Pero las garras del sueño tiran de mí como si me salvaran del peor ensueño que existe en la tierra: que el hombre que te abraza en mitad de la noche sea otra vez tú. Y entonces me hago la dormida y nunca sé cuándo empiezo a despertarme, cuando la mano invisible y la respiración entrecortada se esfuman con el humo del café caliente esperándome para despertarme otra vez.





XIII

Te empachas.
Te masturbas con la almohada.
Y a veces lloras sin motivo aparente.
Es un llanto tan ínfimo,
Tan olvidado,
Que apenas lo reconoces como propio.
De niña no creía en estructuras gramaticales,
Te miraba saltar a la cuerda y quería ser esa brisa que apenas se siente,
La inercia de las cuerdas.
Ha olvidado un sueño que tuvo mientras dormías sobre mi pelo.
Mi pelo largo.
El abuso es un parto de flores y ortigas.
Una hormiga que cosquillea el vientre como un germen
Que se expande.
Lo amaba.
Volvería a amarlo.
Una y otra vez.
Llamabas a mi puerta y yo siempre te abría.
Caminas desnuda por la carretera y luego lloras
Porque alguien quiso matarte.
Camino desnuda porque la brisa me acaricia la nuca.
Es tan sencillo como dejarse tocar,
Dormirse.
A veces quisiera no despertarme.
Otras grito tu nombre pero tú ya no me oyes.


XV

Casi
Como cuando
El agua
Y la piel,
La arena
De los océanos
Y saberse
Muerto,

Todavía sueño.

Eras un nombre
Que tenía
Fin y principio.

Su piel
Se la llevó
El silencio.

Quiero que me quieras
Esta noche,
Piensa
Mientras deja de amarle.
No conoce
El idioma
De los extraños.

Siempre
Quiso ser
Lo que era
Cuando ya no existía.

Abismo
De piel
Y vacío.

Orgasmo contenido.


Perdido en el presente.

XVI

Cuando no había ruidos en la casa, y las paredes y los balcones eran blancos como la nieve. Cuando los caracoles se subían a las ramas y podías reseguirlos en su camino de lavas, y los dedos se pegaban a la resina. Cuando los pájaros eran alas y viento y podías tumbarte en cualquier parte de la ciudad, y no se oían gusanos bajo tierra oliendo a los muertos, y no había puentes que llevaban a ninguna parte, ni escaleras al cielo, y el aire estaba cubierto de bruma, y jugabas a perderte en los pantanos, cazabas bichitos y los liberabas. Cuando no había ruidos, sólo un blanco eterno en la ciudad.

XVII


XVIII


Todas las manchas en todas las libretas de toda tu existencia. Aquella ventana por donde (................). ¿Dónde está el arco, Diana? Cada paso, cada gesto, cada 'cada'. Por alguna extraña razón elegiste abrir la puerta. El primer contacto con el bronce, y el reflejo de tu mano o de tu boca deformados, el impulso de tus dedos que se abren y se cierran, impacientes, al instinto y a la supervivencia: arriba el telón, un rasguño en la entrepierna, arriba el telón, amar al horror, arriba el telón, un rasguño en el alma (si existiera), etcéteras. Y mientras tu cuerpo sobresalía de entre las olas, a veces empujándote hasta al fondo, otras sobresaliendo como Blenda, mirabas los rostros mudos y fríos de los vivos. Contabas hasta 6 o hasta 9 o hasta 10 y te sumergías en el agua y acto seguido exhalabas profundamente y gritabas de gloria y de pena. (Como las sirenas, te consolabas).

XIX




XX

Soy anacrónica.
Lo he sido siempre.
De la piel
Al nombre.
Mi presente
Se resiste
Al devenir del tiempo.
Mi presente
Inmediato,
Próximo,
Latente.
Lo confieso,
Soy anacrónica
Y ayer ya no existe
En mi lenguaje.
Tengo la Historia:
La piedra Rosetta
Impregnada en mis poros.
La escritura críptica
De los sumerios
En mi lengua.
El Talmud,
El Popol Vuh,
Las Escrituras
Y las ovaciones
A Alá,
A mis espaldas.
El eco de las sirenas
De Homero
En mi garganta.
El amor cantado
De los trovadores,
En mis poemas,
De las celestinas
Sin dientes
Y las bellas
Musas de la Edad de Oro.
Los viajes a las Indias
Y la vuelta al día
En ochenta mundos.
Juana de Arco
En mi osadía
Y en mi supuesta locura.
Las muertes perpetradas
En los reinos Shakespearianos
Por los celos y la ambición
Humanas,
En mis pavores,
En mis codicias.
Las conquistas,
Los mapas
En las líneas de mis manos
Reseguidas por brujas
Quemadas.
Las muertes
Anónimas
En países que un día
Colonizamos.
Las oráculos desoladores
De Auscwitchz.
Auscwitchz.
Las palabras de las mujeres
Que escribieron en secreto
Y lucharon por una
Habitación propia.
Los lenguajes binarios
Que aniquilan la belleza
Genuina del naufragio.
El ángel caído.
Una sinfonía perfecta:
Cuatro minutos y treinta y tres segundos
De mi silencio.

XXI

Fumar.

Para nublar la mirada.

Fumar.

Para olvidar al olvido.

Fumar.

Para sentir que estás viva.

Fumar.

Para seguir perdida.

Fumar.

Para escribir

Lo que no existe todavía.

Fumar.

Para abrazar al vacío.

Fumar para amar a los vivos.

Fumar para resistir.

A la cotidiana sensación

De perder el tiempo siempre.

Fumar para llenar la ciudad,

Los bares,

Las alcantarillas,

De cenizas.

Fumar para sentir

Que aún existen las metáforas.

Fumar.

Para incendiar el dolor

Que habita en el silencio.

Fumar para burlar a la muerte.

Para entretenerse.

Fumar.

Para acallar lamentos, anhelos y esperanzas.

Fumar para escapar.

Para ahuyentar.

Fumar.

Para morir.

Para matar.

Fumar para alcanzar

Lo inalcanzable.

Fumar para sobrevolar al presente.

Nada más.







XXII

De fondo sonará una y otra vez la misma canción.
Parece que le gusta regodearse en la repetición absurda y sublime del ensueño.
Apenas se mueve.

Mira al infinito.

(Donde sólo hay una mesa desordenada llena de libros y papeles y objetos cotidianos).

Su taza de café y:
- ¿Qué ha pasado hoy?
Silencio
-Nada destacable.
(Sólo unos cuantos muertos por accidente y unas cuantas guerras innombrables y el pib y el irpf y la borsa y el valor de los peces gordos).

En el agua.

¡Matrioshka!

Abres una Puerta que abre una ventana y cierra un universo.
.
Se escurre entre tus dedos y las paredes de tus huesos como una gelatina de fresa.

A fuera el tiempo existe.

EXISTE.

Como si  sólo quedaran sentencias enterradas en el subsuelo de tu conciencia.

Impenetrable.

- ¿Qué ha pasado?

Preguntaría.

(Ojalá hubiera dicho algo así. Alguna vez.)

Mientras una puerta da a una ventana que da a un universo.

Una ventana da a un universo que da a una puerta.

O un universo da a una puerta que da a una ventana o viceversa.

De fondo tu canción favorita.

De lejos la luz de la tarde se apaga.

Contar los segundos que quedan para volver a.

Quizás.


XXIII

Las cuerdas de alambre se mezclan con el vino y el cristal.
Debajo del mantel un hormigueo que va de tus manos a tu boca,
sorbo a sorbo,
la sangre se vuelve morada,
todas las luces se abren,
dejan de gritar,
pero tus uñas siguen raspando las patas,
 y un silencio que sabe a metal te va entrando,
de a poco,
al principio creías que era una hormiga en el plato,
pero la mancha siguió creciendo y no te deja ya más,
ahora que sabes que hay algo que es sólo tuyo
y que a nadie se lo podrás contar.


¿A nadie?