Soy
anacrónica.
Lo he
sido siempre.
De la
piel
Al
nombre.
Mi
presente
Se
resiste
Al
devenir del tiempo.
Mi
presente
Inmediato,
Próximo,
Latente.
Lo
confieso,
Soy
anacrónica
Y ayer
ya no existe
En mi
lenguaje.
Tengo
la Historia:
La
piedra Rosetta
Impregnada
en mis poros.
La
escritura críptica
De los
sumerios
En mi
lengua.
El
Talmud,
El
Popol Vuh,
Las
Escrituras
Y las
ovaciones
A Alá,
A mis
espaldas.
El eco
de las sirenas
De Homero
En mi
garganta.
El
amor cantado
De los
trovadores,
En mis
poemas,
De las
celestinas
Sin
dientes
Y las
bellas
Musas
de la Edad de Oro.
Los
viajes a las Indias
Y la
vuelta al día
En
ochenta mundos.
Juana
de Arco
En mi
osadía
Y en
mi supuesta locura.
Las
muertes perpetradas
En los
reinos Shakespearianos
Por
los celos y la ambición
Humanas,
En mis
pavores,
En mis
codicias.
Las
conquistas,
Los
mapas
En las
líneas de mis manos
Reseguidas
por brujas
Quemadas.
Las
muertes
Anónimas
En
países que un día
Colonizamos.
Las
oráculos desoladores
De
Auscwitchz.
Auscwitchz.
Las
palabras de las mujeres
Que
escribieron en secreto
Y
lucharon por una
Habitación
propia.
Los
lenguajes binarios
Que
aniquilan la belleza
Genuina
del naufragio.
El
ángel caído.
Una
sinfonía perfecta:
Cuatro
minutos y treinta y tres segundos
De mi
silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario