sábado, 10 de diciembre de 2016

XVIII


Todas las manchas en todas las libretas de toda tu existencia. Aquella ventana por donde (................). ¿Dónde está el arco, Diana? Cada paso, cada gesto, cada 'cada'. Por alguna extraña razón elegiste abrir la puerta. El primer contacto con el bronce, y el reflejo de tu mano o de tu boca deformados, el impulso de tus dedos que se abren y se cierran, impacientes, al instinto y a la supervivencia: arriba el telón, un rasguño en la entrepierna, arriba el telón, amar al horror, arriba el telón, un rasguño en el alma (si existiera), etcéteras. Y mientras tu cuerpo sobresalía de entre las olas, a veces empujándote hasta al fondo, otras sobresaliendo como Blenda, mirabas los rostros mudos y fríos de los vivos. Contabas hasta 6 o hasta 9 o hasta 10 y te sumergías en el agua y acto seguido exhalabas profundamente y gritabas de gloria y de pena. (Como las sirenas, te consolabas).

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