Las
cuerdas de alambre se mezclan con el vino y el cristal.
Debajo
del mantel un hormigueo que va de tus manos a tu boca,
sorbo
a sorbo,
la
sangre se vuelve morada,
todas
las luces se abren,
dejan
de gritar,
pero
tus uñas siguen raspando las patas,
y un silencio que sabe a metal te va entrando,
de a
poco,
al
principio creías que era una hormiga en el plato,
pero
la mancha siguió creciendo y no te deja ya más,
ahora
que sabes que hay algo que es sólo tuyo
y que
a nadie se lo podrás contar.
¿A
nadie?
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