sábado, 10 de diciembre de 2016

XXIII

Las cuerdas de alambre se mezclan con el vino y el cristal.
Debajo del mantel un hormigueo que va de tus manos a tu boca,
sorbo a sorbo,
la sangre se vuelve morada,
todas las luces se abren,
dejan de gritar,
pero tus uñas siguen raspando las patas,
 y un silencio que sabe a metal te va entrando,
de a poco,
al principio creías que era una hormiga en el plato,
pero la mancha siguió creciendo y no te deja ya más,
ahora que sabes que hay algo que es sólo tuyo
y que a nadie se lo podrás contar.


¿A nadie?

No hay comentarios:

Publicar un comentario